domingo, 30 de julio de 2017

Kelly's Heroes (1970)


Existen filmes que al verlos una vez más resultan mucho mejor que cuando la primera vez. Este es el caso del filme de 1970, “El botín de los valientes”. Cargada de una buena dosis de cine bélico, comedia, robo, amistad, etc. El asunto nos lleva a pensar que el mejor ejemplo de la combinación entre ladrones y soldados en el cine, es la cinta "Los violentos de Kelly" (su título original) y que inexorablemente nos remite a "Rififí" (1955) aunque trasladada a la Francia de 1944. En este remembranza de la cinta francesa, es destacable el nivel de detalle y exactitud con el que es descrito el atraco a la joyería (en una secuencia de 32 minutos), donde el silencio, la ausencia de música, la poca luz y la narración, crean magistralmente un clima de tensión, que agarra al espectador hasta hacerlo cómplice de la acción.

Si tenemos en cuenta que el saqueo en tiempos de guerra no es lo más correcto, la calidad en el guion y la realización de esta cinta, nos permite establecer parangones sobre una realidad cómica y de pronto elogiada en nuestro interior. Solo baste ver el final de esta trama para aceptar dicha idea.

Además y con base en lo anterior, no estamos frente a la propia película de guerra en cuanto oímos la canción "Burning Bridges". Asimismo, los "héroes" son un grupo de soldados enteramente hartos de unos mandos (ineficaces) que solo piensan en sus beneficios.
Gonzalo Restrepo Sánchez

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domingo, 16 de julio de 2017

Murió el director George Romero, padre del cine zombi


El cineasta neoyorquino George A. Romero, maestro del terror de serie B y del género zombi gracias a la mítica película "Night of the Living Dead", falleció a los 77 años a causa de un cáncer de pulmón. 

Según una declaración enviada al diario Los Angeles Times por el productor Peter Grunwald, socio de Romero desde hace tiempo, murió tras una "corta pero agresiva batalla con un cáncer de pulmón". 

Romero falleció mientras escuchaba la música de una de sus películas favoritas, "The Quiet Man" (1952), con su esposa, Suzanne, y su hija, Tina, a su lado, según su familia, que no ha precisado dónde murió. 

El cineasta dejó su impronta en el cine con "Night of the Living Dead" (1968), una obra de culto que influyó notoriamente en el posterior cine del género zombi. 

Tras ella siguieron "Dawn of the Dead" (1978), "Day of the Dead" (1985), "Land of the Dead" (2005), "Diary of the Dead" (2007) y "Survival of the Dead" (2010). 

Con aspecto de hippie con sus gruesas gafas negras y su larga coleta blanca, George Andrew Romero nació en el Bronx, en Nueva York, el 4 de febrero de 1940 y asistió a la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh (Pensilvania), donde se graduó en Bellas Artes. 

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Pueblo, canto y esperanza



"Pueblo, canto y esperanza" (1956) dirigida por Alfredo B. Crevenna, Rogelio A. González, Julián Soler, es otro filme mexicano donde se escucha otra canción caribeña colombiana y que el jueves 21 de octubre de 1982 con la noticia de que Gabriel García Márquez había ganado el Premio Nobel de Literatura Emilianito Zuleta interpretó la más grande obra musical de nuestro folclor: La cumbia Sampuesana de la autoría del maestro José Joaquín Bettín Martínez.



Película que consta de tres episodios, uno con el folclor de Cuba, otro con el folclor de Colombia y otro con el folclor de México, en los cuales se muestran historias locales. En el episodio mexicano Pedro Infante habla del amor y el honor siendo un simple hombre rural. Los episodios que la conforman son:
Episodio mexicano dirigido por Rogelio A. González
Episodio cubano dirigido por Julián Soler
Episodio colombiano dirigido por Alfredo B. Crevenna.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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miércoles, 12 de julio de 2017

“Pasiones tormentosas” (Juan Orol en 1945)


Poco se ha escrito sobre la relación música del Caribe colombiano y el cine nacional. De todas formas, el caribe colombiano que ha dado tanta buena música (compositores, cantantes, etc.) parece estar destinada al poco estudio al respecto.




Sin embargo, ahí queda esta reliquia para la historia de la música colombiana:Primer tema del Caribe colombiano llevado al cine fuera de nuestras fronteras: "Se va el caimán, se va el caimán". Esta canción se pudo escuchar en la película mexicana “Pasiones tormentosas”, dirigida por Juan Orol en 1945, interpretada por el cantante Kiko Mendive,y también cantó "Me voy pa’ Cataca" (más tarde grabado por La Sonora Matancera como "Me voy pa’ La Habana"), Todo compuesto por el barranquillero José María Peñaranda. 

Gonzalo Restrepo Sánchez 
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domingo, 9 de julio de 2017

MIRADAS QUE CONSTRUYEN : "The Gifted"


“Los públicos conocen  el lado mítico de los artistas (de cine), el cual es construido a través del consumo mediante su mirada y la posterior asignación de afectividad. Cuando un rodaje permite la interacción entre misticismo y realidad, suele agregarse un lapsus histórico que difícilmente puede ser borrado de la memoria colectiva…” Con esta afirmación contundente Rodolfo Juárez Álvarez consagra un sentido de la función cinematográfica para cualquier etapa y edad de la vida.


Y es que a la hora de evaluar un filme como “Gifted” o su título para el mundo hispano como “Un don excepcional”, si bien no es la maravilla del otro mundo (filme más bien soso, donde a modo de melodrama plantea la vida de una niña superdotada y quienes deben ser sus verdaderos tutores en la vida), creo que el lado positivo lo podríamos señalar por el lado de los derechos de los niños.

Entonces con base en lo anterior (lo único verdaderamente importante de esta cinta), la historia nos muestra que al margen de tíos, abuelos u otros, la vida interior de un niño es muy importante para que adultos decidan qué es lo mejor.

Historia pues recomendada en este sentido, aunque resulte el tratamiento cinematográfico soso y sin capacidades histriónicas que resaltar de unos actores muy planos, salvo la actuación de la niña Mckenna Grace.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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jueves, 29 de junio de 2017

CINE COLOMBIANO: "EL SILENCIO DE LOS FUSILES"


El documental colombiano “El silencio de los fusiles” de la cineasta Natalia Orozco. Es sin lugar a dudas el primer documental sobre el proceso de paz en Colombia. El argumento  del filme se fundamenta entre la guerrilla y el Estado. Y sobre esta relación de   confianza y   transparencia,   la   cineasta   construye   una   película   nada estilizada y emotiva.


Los niveles de “parcialidad” que alcanza el filme desde su arranque son sólo el anticipo de una ausencia de clímax al que la directora conducirá sin mucho esfuerzo. Pero   al   margen   de   las   buenas   intenciones,   es   un   trabajo   con   ausencia   y   olor   a   lo cinematográfico a pesar de la absorción a la realidad y que pareciese mandado hacer por el Estado colombiano, pues  no se observa la expresión verdadera del documental etnográfico y   que   debió   ser   un   propósito vital  entre la evidencia y el  ojo. 

“La   asepsia   simbólica esteriliza las miradas […] allí donde ya no hay dioses, reinan los espectros” (Novalis. EnDebray, 1994,58).Con  base  en   lo  anterior  la   lección  para   los   nuevos  cineastas   debe  ser  bien   clara:   Por supuesto que el cineasta debe expresarse, pero para estos casos, no por encargo. Película, pues con ausencia de ritmo a favor del asunto y con un pobre montaje. Y es que “La construcción de una película  podría ser considerada como una empresa metafórica de la producción de sentido por el hombre en la dinámica de la sociedad que expresa y sobre la cual ejerce su acción”. (Piault, 2002,84).

Así, pues, una etnografía visual no significa la inserción de las imágenes en el discurso antropológico   como   aliadas   testimoniales,   sino   en   la   conjugación   de   dos   formas   de representación e interpretación de la realidad que no son distantes en sus teorías, métodos, cuestionamientos   y   visiones,   y   que   posibilitan   un   acercamiento   multisensorial   a   los contextos, sujetos y objetos de su estudio, permitiendo no solo indagarlos desde el instante que proponen, sino además desde las memorias que evocan (Arango, Pérez,2007).

Gonzalo Restrepo Sánchez

viernes, 16 de junio de 2017

CINE COLOMBIANO: LA SARGENTO MATACHO



Esta película dirigida por William González, vale la pena decir desde un comienzo y ahora que estamos en una etapa de postconflicto en Colombia, que fue rodada en 2015 y que hasta ahora se estrena en Colombia. Sin ser un panfleto y oportunista, la película toca temas tan actuales como la familia y el desplazamiento forzoso, la guerrilla, la paz. De manera que el cineasta colombiano en este sentido, no tiene reparos en mirar de frente a una parte de la historia de su país.



Y si bien el cineasta, y, a pesar de los “deux es machina” de la radio para documentar sobre el trasfondo político  de Colombia (la muerte de Gaitán, Rojas Pinilla y la amnistía en 1958); lo que da validez a esta cinta es que, a pesar que su acción transcurre en el siglo pasado, los temas que abordan son universales y atemporales —tiranía, corrupción, incompetencia de los gobernantes, desigualdades sociales, inmoralidad, religión incluso—. Además a modo de reflexión final si se quiere, me recuerda una frase del filme “El intendente Sansho” (Kenji Mizoguchi, 1954): “Si una persona no siente la compasión no es una persona; incluso ante tu enemigo hay que sentir piedad”.

El filme, bien dirigido (muchas escenas rodadas con cámara en mano) y con un guion bien estructurado, el primer tercio de la historia que arranca en 1948 en un paraje colombiano denominado “El palomar”, deja el argumento político de la disputa entre liberales y conservadores, el asesinato de Gaitán y una mujer que pronto se convertirá en una guerrillera: Rosalba Velásquez (una excelente actriz como Fabiana Medina), apodada “la sargento matacho”.

En los dos tercios restantes de la historia y sin sorpresa alguna, la fábula (en el mejor de los sentidos) diseña en su discurso una violencia (algunas escenas con crudeza lo señalan) donde liberales y conservadores se matan. Sin que el personaje viva en una realidad paralela y sin que tarde en armonizarse con la actual (campesina-guerrillera), surge el tono descarnado de la violencia que mencionábamos, reforzado por una buena banda sonora insistente en ello otros momentos diégeticos. Todo no hace sino confirmar que, pese a ser un arquetipo de su tiempo, Matacho remueve las entrañas.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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